jueves, 21 de febrero de 2019

"Como decíamos ayer..."




Han sido más de cuatro años de silencio en mi caso, poco menos en el caso de fray Luis de León y esperemos que muchos muchos más, en el caso del Sr. Sánchez. Tras "una noche oscura con ansias en amores inflamada" -esto si es de san Juan de la Cruz- y en respuesta a los signos de los tiempos, y peticiones varias: Estoy de vuelta...

Todo ser vivo está en continuo cambio y evolución. Al aventurarnos  a compartir nuestro camino con alguien, debemos aceptar al otro tal cual es: lo que ha sido, lo que es, lo que puede llegar a ser.  Hacer de la felicidad la meta personal y común, es la clave de la magia de toda relación interpersonal. Partiendo de que  estamos capacitados y llamados a ser felices, solo nos queda aceptarnos y abrirnos al cambio y la evolución: Escucharnos y escuchar,  es la auténtica manera de Amar.

jueves, 22 de mayo de 2014

Figuras de porcelana




Llevo días recordando, tanto dormido como despierto, un par de figurillas de porcelana que adornaban un robusto mueble de caoba en la vieja casa de mi querida Guanchi, donde transcurrió parte de mi infancia.

Se trataba de una Julieta y un Romeo, muy muy antiguos, no es que fueran piezas únicas, ni mucho menos, lo que me hace recordarlas es el hecho  de que el Romeo, estaba algo roto y maltraído, al punto de que su cabeza estaba sujeta por un aplique de papel enrollado que cual arteria aórtica la mantenía, a duras penas, unida a su cuerpo.

Las piezas eran tratadas como algo muy valioso por todos los adultos -"se mira, pero no se toca"-,  pero mi curiosidad innata por ver más allá de lo visible, me había llevado a descubrir el secreto de aquella tristeza en la expresión del eterno enamorado que no conseguía mantener la cabeza en su sitio a causa de un viejo y prolongado mal llamado amor.

Sobra apuntar, que la parejita no resultaba precisamente decorativa, los esmaltes habían perdido brillo y color, pero aun así, eran intocables y veneradas, lo cual me lleva a revolotear en mi ociosa mente en busca de una respuesta al motivo por el cual algo tan viejo, roto y sin función práctica alguna, creo que hacía mucho habían dejado de ser piezas ornamentales, seguía siendo tan querido y venerado por todos: ¿Cuál era el misterioso papel de Romeo y Julieta en aquella agitada vida familiar?

Hace unas semanas al levantarme y ver mi reflejo en el espejo, tuve la misma sensación que al mirar aquellas figuras, me costaba reconocer en aquella triste y desgastada imagen, al héroe romántico de antaño, aquella criatura invencible y soñadora con un fulgor casi mágico en la mirada... y me sobrevino la ineludible interrogante: ¿Cuál es el papel de esta desgastada criatura en este universo? El otoñal final de esta primavera me ha ayudado a encontrar una explicación más o menos convincente, al menos para mí.

Romeo y Julieta, eran muy viejos, estaban rotos, la cabeza de Romeo se mantenía sujeta con un taco de madera, ya no eran para nada, las bonitas figuritas que le habían regalado a la tatarabuela -tal vez la señora de la casa al darle la libertad a sus esclavos- habían perdido la función para la cual habían sido creados: la ornamental; pero en cambio, el paso del tiempo les había otorgado una nueva misión no menos importante, se habían convertidos en testigos del paso del tiempo.

Al verlos, el recuerdo de los seres queridos, que ya no estaban presentes, se hacía por un momento casi real, aquellas tardes de rosario en el sillón mirando las desgastadas figuritas, llevaba  a los mayores de la casa a aquellos días felices de su infancia, cuando su abuela preparaba el café y repartía el delicioso flan que acababa de desmoldar, por unos instantes volvían a sentir aquellos aromas, aquella ternura, volvía el brillos a sus miradas y la fuerza de aquellos instantes les ayudaba a vivir su presente.

Llegado a este punto, sin agenda, ni plan B, tomar cuenta de que, como aquel Romeo, mi sola presencia resulte para alguien motivo de malestar, inquietud o grato recuerdo de un día feliz, una canción, un baile, un lugar, un adiós, una fiesta, un tiempo en que todo era distinto y que a su vez guardaba el germen de este maravilloso presente, llena mi día a día de especial sentido...

Después de tantos caminos recorridos, tantos proyectos inacabados, tanta búsqueda inútil de un sentido, percibir que nuestra existencia no sea más que una simple, pero necesaria, pieza en la historia de los otros, y que nuestra identidad no es otra cosa que un eslabón que conecta nuestro tiempo con la eternidad de  este universo, me hace recobrar, al menos por  unos segundos, mi conexión  con este tiempo.

lunes, 4 de abril de 2011

Deseos




En solitarias noches de mercenario insomnio
vuelve el recuerdo de los viejos sueños
enmohecidos y vagos.

Pero son los tuyos
ya imposibles
-o tal vez cumplidos y satisfechos-
los que aletean en mi espalda
provocando un agradable cosquilleo
como hadas encantadas que me hacen dudar
si realmente estoy o no despierto.

Se me hace lava la nieve entre mis manos
se corrompen en mi vientre
los frutos del invierno...

Amanece y miro sorprendido
los matices púrpuras que me regala unos instantes
Alguien desde el cielo.

Es entonces cuando las hadas se espantan
y comienzo a notar el paso del tiempo

se hace la luz

o se instala la sombra, da igual,
que puede importarme eso
voy a buscarte, hasta el agotamiento
tal vez aparezcas, tal vez no

ahora todos los sueños
se han unido en único deseo

¿imposible?

quién puede saberlo
si hacerlo realidad va unido
a una eternidad de silencio.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Lo Uno y lo Múltiple




He buscado explicación física, he intentado con remedios químicos y hasta he probado soluciones religiosas y ascéticas, todo en vano…Todos se van, y el espacio-tiempo me sobreviene inútil y estéril, como una masa inerte que he de arrastrar mientras dura su ausencia.

Pero luego regresan, y vuelvo a notar el flujo vital en las venas, recobro el sueño, el apetito, el dolor de espalda, en una palabra: La Vida, suspendida tras su partida.
Al final nada nos deja, ni nos abandona... NADA

Todo lo que  realmente hemos amado y nos importa, permanece para siempre con nosotros.

Sin quererlo, mi unidad ha cedido su cetro a un todo, un todo cuando menos extraño y curioso, pero un todo al fin y al cabo: lleno de belleza en su imperfección, de armonía en su perenne conflicto, de eternidad en su esencia, y ser parte de él es hoy por hoy la sal de mi existencia.

martes, 21 de septiembre de 2010

Mirando al mar









- ¿Sabes, Nûr? 
En la otra orilla, hace ya mucho tiempo,
vivía un niño que cuando estaba triste y solo,
cerraba sus ojillos y soñaba que llegaría un día
en el que sentado frente al mar, 
te abrazaría y te contaría sus sueños.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Cantares del Viento



Es verdad que estoy triste, pero tengo
sembrada una sonrisa en el tomillo,
otra la escondí en Saturno
y he perdido la otra no sé dónde.


(Emilio Ballagas, Nocturno y elegía)


No fui yo
–quien con cálido y húmedo aliento–
vistió de primavera mi eterno invierno.

Fuiste tú la marea, el huracán, el fuego...
Yo sólo arena, palmera, leño.

Me creí con fuerzas,
atravesé el océano,
alcancé a ver la orilla.
Pero pronto se hizo noche,
cesó el canto de las olas,
me cubrieron el frío, la oscuridad, el silencio.

¡Ya no quiero mis alas!
¿De qué me sirve ya el cielo?
Si no puedo tenerte,
entonces...

¡Déjame ser el viento!



lunes, 24 de mayo de 2010

Yo sufro, ¿y tú?




En las páginas personales todo es armonía, alegría, fiesta y bonanza. He dedicado las dos últimas horas en ese pequeño experimento que venía gestando en mi desocupada y perdida cesera. He recorrido páginas y más páginas personales de amigos y viejos conocidos, y nada, ni una sola mala noticia, ni una sola cara triste, nada desagradable... Conclusión a priori: vivimos en un mundo lleno de armonía, color, belleza y felicidad.

Por desgracia, eso no me convence ni a mí, ni a Rafa Nadal, ni a nadie, así que sigo rizando el rizo, y por fin una conclusión más meditada me conduce a esta dura afirmación: TENEMOS UN PROFUNDO MIEDO AL DOLOR Y AL SUFRIMIENTO

Y decirlo en alta voz me provoca un profundo horror, porque sin dolor no hay vida, que lo digan sino las que han sido madres, no hay crecimiento.
Es en medio del sufrimiento cuando somos plenamente conscientes de nuestra finitud y fragilidad, desde el dolor aprendemos a mirar la vida cara a cara,  sin velos, lo que hay es lo que está frente a frente y ahora mismo.

Puede que un repentino infarto me impida terminar esta chorrada, puede que al salir del trabajo un accidente acabe con mis días, puede que mil desgracias sucedan a estos momentos de tranquilidad, pero negarlo, temerlo o  intentar a toda costa evitarlo no me hará más feliz, ni más dichoso, sino que terminará por agotarme de tal manera que sea incapaz de mirar la verdad de la vida que sale a mi encuentro a cada segundo.

No veo razón para intentar esconder el dolor, para hacer del sufrimiento una especie de lepra destinada a unos pocos desafortunados de la cual no queremos ni oír ni ver nada. Si algún afortunado conocido se volviese rico y famoso de la noche a la mañana, sería cuestión de  segundos que la noticia recorriera el globo de norte a sur, pero la desgracia, las rupturas, las pérdidas que nos desgarran el alma hasta sentir ese inmenso e inexplicable dolor interior, eso lo guardamos, cual tesoro escondido, solo para uso y disfrute personal.

El dolor es como aquella tableta de chocolate que nos regalaban de niños, y la escondíamos y guardábamos celosamente para disfrutar  lentamente sin compartir con nadie y terminaba  inevitablemente sentándonos mal.

Quiero confesar que no tengo miedo al sufrimiento, no me asusta, he visto su rostro, he lidiado con él desde muy corta edad, y hoy por hoy es un compañero más de este viaje, aparece y vuelve a reaparecer, cambia de rostro, de lugar, de estrategia, pero cada vez es más predecible, más inocuo y en ello creo que esta la llave de la verdadera y auténtica felicidad.

No se trata de construirnos un micromundo a prueba de todo tipo de desgracias, porque eso amigos es humanamente imposible, la cuestión es mirar la vida de frente, sin vergüenza, sin complejos ni miedos, me he caído, pero he logrado levantarme; me han aplastado pero me reinflé como uno de esos muñecos de plástico con memoria.

Vivimos en todas partes tiempos inciertos, y arrimar los hombros hace más ligeras las cargas, más de uno tendría mil historias y hazañas vitales que compartir que nos enriquecerían mucho a todos. Dejemos  en herencia a esos niños sonrientes, que ocupan una gran parte de la capacidad de almacenamiento de nuestras cuentas, un auténtico testimonio vital algo que con el paso del tiempo les sirva para algo más que para suscitar la nostalgia y con ella depresiones, adicciones, en fin...una vez más: NO TENGAMOS MIEDO.